miércoles, 30 de septiembre de 2009

smoke V








Bebe y goza. Qué pasará mañana, o
qué en el futuro, nadie lo sabe. No corras,
no te canses.
Cuanto puedas, disfruta, compártelo,
come y piensa como mortal que entre vivir
y no vivir no hay ni un paso.
Toda la vida es, así, el movimiento de
una balanza: si tomas la delantera, tuyo será todo,
pero si mueres, de otro será y tú nada tendrás.



Antologia Palatina, Libro XI, 56
Traducción de Begoña Ortega Villaro

martes, 29 de septiembre de 2009

Engel vs NYC

















































































*Fotografías: Joseph W. Carey - blog - deviantart -
*Modelo: Engel

BB











"Hago el amor cuando quiero sin avergonzarme lo más mínimo."








París rinde homenaje a Brigitte Bardot que acaba de cumplir 75 años.





lunes, 28 de septiembre de 2009

El espacio integrado







El espacio integrado se compone de 24 imágenes en blanco y negro, manipuladas y sometidas a un viraje parcial.
Realizadas entre los años 1985 y 1986 aproximadamente, cada fotografía lleva un título tomado o bien del latín o bien del sánscrito (estas últimas se refieren a posturas, imágenes o estados relacionados con la filosofía oriental, el Psytaismo o la práctica del Yoga) que explican, aclaran, acompañan o simplemente sugieren la imagen representada.

Una muestra:







Cirena -referida a la Venus de Cirene






Acentea - acentuación de la foma
























Adhi -primero, superior, absoluto

























Sadana - esfuerzo espititual para llegar a la iluminación









Lutrom -actitud mental de lucha interior, lucha consigo mismo








Mudra - gestos y actitudes de valores mágicos de significado oculto y secreto


















Sagitta - flecha, saeta I-II




































Ajna - absoluto control de fuerza y equilibrio









Samadhi - estado mental de claridad y comunión al que generalmente se accede en posición de "loto"





La fotografía de JAM Montoya
Mª Eulalia Martínez Zamora
Universidad de Extremadura, 2000






domingo, 27 de septiembre de 2009

Cine Exin V









Nadie puede volver atrás y empezar de nuevo, pero cualquiera puede comenzar desde aquí hacia un nuevo final.





sábado, 26 de septiembre de 2009

a Dora I



(...)

No tuvo que buscarla porque ella apareció sola, una tarde aburrida en el Deux Magots (histoire).






II.

Entró como una diosa griega, con la mirada fija en el infinito. Su falda susurró al pasar cerca de la mesa en la que él compartía una conversación sin futuro con Eluard, que hizo un gesto de saludo: a él no le concedió ella ninguna reverencia de las acostumbradas; pareció no percatarse siquiera de que ocupaba la silla. Se dirigió sin más a la mesa cercana y sacó de su bolso una navaja muy afilada. Los guantes tenían rosas bordadas y ella iba toda de negro. También eran negros sus cabellos y sus ojos; el rouge de los labios era carmesí oscuro. Se hubiera dicho una máscara perfecta en una versión femenina del Fantasma de la Opera convertido en mujer que prometía el cielo tras el disfraz, como aquel sugería el infierno.

La navaja corría veloz entre sus manos en el juego de marcar con la punta el espacio entre los dedos abiertos de la mano sobre la madera de la mesa; los guantes daban el color necesario para que el asunto pareciera un ritual. Los golpecitos fueron acelerándose mientras él se dio cuenta de que no podía separar los ojos de aquello. Pero ella seguía indiferente, como una muñeca mecánica. Y la navaja continuaba clavándose con más ahínco: la aguja de una máquina de coser que no puede permitirse un titubeo.

Si fue error o si fue voluntario no pareció importar a ninguno de los que presenciaba el alarde porque era simplemente inevitable. El cuchillo se clavó en la carne y el guante se manchó primero y luego comenzó a manchar el mantelito de papel con un rojo que competía con el de los labios que se abrían para mostrar los dientes blancos y perfectos en lo que no se sabía si era una sonrisa de triunfo o una mueca de dolor: ella continuó.

El mesero que se acercaba con una servilleta y algo de alarma por el espectáculo que alteraba la paz del establecimiento se colocó en su campo visual y suspendió por un momento la contemplación del cuadro. Pablo se puso de pie de manera automática, como hubiera hecho en le momento culminante de una corrida si el espectador que tenía en la fila delantera le robara la visión de la estocada.







Y corrió hacia ella tratando de disimular el interés; imposible. Fue torpe, fue evidente.

-Deténgase- iba a decir casi en español cuando acudió la palabra francesa: “Arretez”.

Ella detuvo el juego como el pianista que termina el concierto y levantó la mano con el arma con un gesto gracioso y teatral.

Entonces lo miró por primera vez como preguntándole en qué podía aquello incumbirle, con la altivez más endemoniada que había visto nunca en una hembra.

-Es que quiero el guante – tartamudeó él. – para un collage…y quiero hacerle a Usted un retrato.

-Si alguna vez, muchos años más tarde, dijo a alguien que se esperaba la respuesta, mintió con el descaro que la fama y la vejez le habían hecho adoptar para placer de su público. Pero nadie podía tragarse un embuste tan grande, ni siquiera sus admiradores más tenaces.

La joven le respondió en español, con acento argentino, lo que hacía todavía más arrogante su parlamento. Siempre pensó que lo había ensayado. Lo que implicaba que había previsto su reacción.

Inquietante. Insoportable.

-¿Y a vos, Pablo...? ¿quién te hace un retrato a vos?

No fue tanto la mirada, como el tono de sus palabras. El timbre de la voz le recordó de inmediato el extraño sonido que emitían los pichones del palomar de su padre.





No pudo responder nada. Se quedó allí, petrificado como un idiota, mientras ella se levantaba y dejaba junto al guante ensangrentado una tarjeta de presentación.

En letras pequeñas aparecía la dirección a la que Pablo no tuvo más remedio que acudir poco tiempo más tarde, de saco y corbata, con su único mechón engominado, para que le hicieran un retrato.




Fragmento del guión. Pablo Brito Altamira







*Fotografias: Man Ray
*Modelo: Dora Maar



a Dora II








Dora Maar con gato





Dora Maar es la mujer que llorando porta la luz del Guernica. Quizás sea, de todas las que pintó, la mejor representación que Picasso hizo de ella. Una muestra:





























Picasso dijo de Dora:

"Era cualquier cosa que quisieras: un perro, un ratón, un pájaro, una idea, una tormenta. Eso es una gran ventaja cuando te enamoras".









viernes, 25 de septiembre de 2009

a Dora III




Henriette Teodora Markovitch (Dora Maar) 1907-1997. Autoretrato, 1935


Dora Maar murió sola en Francia en 1997. De fuerte personalidad, enérgica y libre, terminó su vida exiliada del mundo, abrazada a la religión con fanatismo y con grandes problemas para sobrellevar una depresión.

Sus pinturas, dibujos, esculturas y fotografías fueron esparcidas y subastadas. Su elegido ostracismo del mundo había acabado por volverla invisible, y su recuerdo se evocaba siempre unido a la figura de Picasso, de quien fue compañera durante siete años.




Assia, la modelo preferida por todo el grupo surrealista de París, aparece empequeñecida por su sombra en esta fotografía tomada por Dora Maar en 1934


Pero su recuerdo no sólo debe asociarse a la relación que mantuvo con el artista, sino que debe reconocerse su propia personalidad, obra y estilo.
Mantuvo una estrecha relación con los surrealistas. De hecho fue surrealista y tuvo una participación activa dentro del grupo. Dora consiguió sin ningún tipo de manipulación una de las fotografías más representativas del surrealismo, Portrait d'Ubu, un personaje inventado por Alfred Jarry, que simbolizaba tradicionalmente la figura de un despiadado dictador.



Retrato de Ubu, 1936_Portrait d'Ubu (Portrait of Ubu) [Portrait of Pere Ubu]







Buscaba romper con lo convencional, revolucionar las formas, crear realidades diferentes a partir de imágenes captadas al azar.





































Dora Maar retrata a Nusch Eluard 1932























Modelo, pintora, poeta, escultora y, sobretodo una consumada fotógrafa. Su obra es provocativa, simbólica y original, con imágenes de una belleza innegable y de una sensibilidad y sensualidad latente.
Es evidente que sin Picasso, Dora Maar hubiera sido conocida por su obra. Una artista por derecho propio.




Autorretrato de Dora Maar, hecho a finales de los años 40 en su casa de París, donde vivió recluida desde que se separó de Picasso. Su rostro refleja toda la soledad y depresión de aquella época.










"Yo no fui la amante de Picasso; él sólo fue mi amo".

poemas prohibidos III

















Madre de juegos latinos y voluptuosidades griegas,
oh Lesbos, donde los besos, lánguidos o alegres,
ardientes como soles, frescos como sandías,
son adorno de noches y días de gloria;
madre de juegos latinos y voluptuosidades griegas,

Lesbos, donde los besos son como cascadas
que se arrojan sin miedo en abismos sin fondo,
y fluyen, sollozantes o entre sofocadas risas,
tempestuosos y secretos, volubles y profundos;
¡Lesbos, donde los besos son como las cascadas!

Lesbos, donde las Frinés mutuamente se atraen,
donde nunca un suspiro se queda sin eco,
al igual que a de Pafos las estrellas te admiran,
¡y Venus tiene razones para envidiar a Safo!
Lesbos, donde las Frinés mutuamente se atraen,













Lesbos, tierra de noches ardientes y lánguidas,
culpables de que en sus espejos, ¡oh estéril voluptuosidad!
las muchachas de ojos ensimismados amantes de sus propios cuerpos,
acaricien los frutos maduros de su nubilidad;
Lesbos, tierra de noches ardientes y lánguidas,
deja que el viejo Platón arrugue su ceño austero;
tú alcanzas tu perdón con esa letanía de besos,
y los refinamientos que nunca acaban,
reina de ese reino de amor, acogedora y noble tierra
deja que el viejo Platón arrugue sueño austero.












¡Tú alcanzas tu perdón del eterno martirio,
infligido sin tregua a corazones intrépidos,
que aleja de nosotros la luminosa sonrisa
apenas vislumbrada en el límite de otros cielos!
¡Tú alcanzas tu perdón del eterno martirio!

¿Qué Dios, oh Lesbos, se atreverá a juzgarte
y condenar con trabajos tu frente palidecida,
si sus áureas balanzas nunca pesaron el diluvio
de lágrimas que al mar llevaron tus arroyos?
¿Qué Dios, oh Lesbos, se atreverá a juzgarte?















¿Qué nos piden las leyes de lo justo y lo injusto?
Vírgenes de noble corazón, honor del archipiélago,
Vuestro culto es tan sublime como los demas,
¡y el amor se reirá del Cielo y del Infierno!
¿Qué nos piden las leyes de lo justo y lo injusto?

Pues soy el elegido de Lesbos, en esta tierra
para cantar el secreto de sus muchachas en flor,
y temprana fue mi iniciación en el oscuro arcano
de las risas locas y los llantos sombríos;

Pues soy el elegido de Lesbos en esta tierra.












Y desde entonces vigilo en las alturas del Léucade,
como un centinela de mirada penetrante y segura,
que acecha noche y día las estelas de los veleros,
cuyas formas se balancean en la lejanía y el azur;
Y desde entonces vigilo en laa alturas del Léucade,

para saber si el mar es indulgente y bondadoso,
y si entre sollozos que en las rocas se oyen
una tarde arrojará hacia Lesbos, que perdona,
el cadáver amado de Safo, que un día se alejó
¡para saber si el mar es indulgente y bondadoso!













¡De la viril Safo, la amante y poeta,
más bella que Venus con su melancólica palidez!
—El ojo azur fue suplantado por el negro óvalo
que trazó el círculo tenebroso de las penas
¡de la viril Safo, la amante y poeta!

—Más bella que Venus alzándose sobre el mundo
y derramando los tesoros de su serenísima calma
y el esplendor de su dorada juventud
en el viejo Océano prendado de su hija;
¡Más bella que Venus, alzándose sobre el mundo!












—De Safo, que murió el día de su blasfemia,
Cuando al insultar rito y culto establecidos,
Entregó su belleza como supremo alimento
a un necio cuyo orgullo castigó las impiedad
de aquella que murió el día de su blasfemia.

Y desde entonces Lesbos no deja de lamentarse,
y, a pesar de los honores que le tributa el mundo,
cada noche se embriaga con el grito de la tormenta
que hacia los cielos escupen sus litorales desiertos.
¡Y desde entonces Lesbos no deja de lamentarse!



Lesbos



Charles Baudelaire