viernes, 9 de mayo de 2008

Pierre Molinier. Reivindicación del goce








Le Chaman






A lo largo de su retirada vida, Pierre Molinier (Agen 1900 - Burdeos 1976) se granjeó la fama de persona de temperamento colérico y violento. Amén de esta característica, su comportamiento sexual, alejado de la hipocresía moral y de las costumbres de su época, fue objeto de noticias equívocas. Procedente de una familia modesta en la que se hacía sentir el peso de la religión por el lado materno, su padre le inculcó desde la infancia la afición por la pintura. Diversos retazos de su biografía íntima han alimentado sin duda una aureola heterodoxa respecto a una sexualidad en la que el fetichismo hacia las piernas, pantorrillas y sus envoltorios: medias, zapatos de tacón... desempeña una función primordial. Antes de plasmar sus obsesiones en el papel fotográfico, Molinier se dedicó a la práctica de la pintura. Una actividad que mostró en la "Societé des artistes indépendants bordelais" en cuya creación participó en 1928.




En los años 50 dio un giro a su obra pictórica con la introducción de una iconografía erótica en la que el cuerpo de la mujer es visto como un territorio de mascaradas y artificios. Acompañadas de alusiones a la religión (lo divino y lo demoníaco), las mujeres de Molinier exhiben una sexualidad narcisista y autosuficiente, ensimismadas en una atmósfera pictórica decadente. En esta época se produjo el distanciamiento con la comunidad artística de su ciudad debido al rechazo que produjo uno de sus cuadros eróticos: "Le grand combat". Contactó en 1955 con André Breton, que le ayudó a exponer en París en la galería "À l'Etoile scellée" y colaboró en la revista "Le surréalisme même". Pero la amistad con el gurú del surrealismo duraría poco.





























Recluido en su pequeño y apartamento de Burdeos, Molinier se centró en la pintura y en la fotografía, recurriendo a la presencia de amigos y amigas, y al travestismo: una atmósfera aterciopelada en la que la búsqueda del placer se convirtió en el núcleo de su existencia. La ambigüedad sexual alcanzaría mayor relieve en las fotografías y fotomontajes de los años 60 y 70: en ellos, el propio Molinier travestido despliega un sinfín de objetos y accesorios mediante los cuales crea una visión fetichista y onanista de la sexualidad.












Pese a haber participado en múltiples exposiciones, algunas tan significativas como "Transformer: Aspekte der Travestie (1974)", organizada por Jean-Christophe Ammann en Lucerna, o la que le dedicó el Centre Georges Pompidou en 1979, tres años después de su suicidio, su obra es prácticamente desconocida para el público. Objeto de culto y admiración de unos pocos, la obra de Molinier, radical en su sexualidad sin categorías estrictas, trata de crear cuerpos fantaseados, fetichizados, en donde el hombre y la mujer se entremezclan y funden.



“Desde niño, doy vueltas bajo sus faldas como una babosa voraz que va dejando a su paso un rastro pegajoso y ardiente. Ahí están por última vez sus largas piernas que intento juntar un poco. Refriego mi verga tiesa entre sus muslos hasta eyacular sobre su vientre plano. Entonces pienso: se ha marchado llevándose lo mejor de mí".







"Algunos dicen que aquella noche fotografié su cuerpo sin vida pero no es cierto. Me dediqué apenas a cerrar los ojos. Cuando los ojos permanecen cerrados es posible observar lo que uno quiera. Se puede incluso engañar por un instante a la muerte".


"Una muñeca híbrida. Retocada y hermafrodita.Un animal curioso cuya sonrisa trágica suprime el tiempo. El apagón de mi pequeña alma. La noche con sus dedos de aire".









"Nunca busqué una apariencia amable para atraer ni un apariencia desagradable para horrorizar. Busqué solo un punto fijo a través del cual desaparecer, descomponerme".

“Trabajo, como y duermo rodeado de máscaras, maniquíes, suciedad, pelucas, joyas, libros, muñecas de cera, velos transparentes, cadenas, pinturas, botas, cuchillos, gatos, ropa y aparatos de todo tipo. Convertir el mundo en un Gran Burdel eso es lo que ansío”.










Mi Culo y Mis Piernas son de no Creer














"Estimado Señor:


¿Me pregunto si es que acaso estará usted de acuerdo que no siempre el sitio más misterioso se encuentra ahí, bajo lo que la tela cubre?.

Siendo de mi interés participar en su exposición le adjunto algunas fotografías que dan prueba del placer que experimento al admirar mis muslos enfilados en medias apretadas por finas ligas y que provoca surja la inmediata adoración de mi personaje.

Muchas veces sucede que me corro sobre la ropa mientras me introduzco el consolador y comienzo a inflarlo cuando está dentro de mí. Esto hace necesario que deba sacar las manchas y preparar toda la escena nuevamente.

Advertirá además la exagerada propensión que tengo hacia mi culo y mis piernas. Es que si hasta ahora no ha podido dejar de apreciarlas es simplemente porque son de un encanto inútil de evitar. ¿ No lo cree?.

Incluso le diré más. Le aseguro que si se atreviera a poner su cabeza justo en el medio de ellas y luego yo las volcara en diagonal, tendríamos como resultado un desenlace a lo menos fatal”


Su Lesbien Putan. Pierre Molinier


















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