sábado, 31 de julio de 2010

Conceptual V









Ignacio del Rio





Últimamente habían ocurrido tantas cosas extraordinarias que Alícia empezaba a pensar que sólo unas pocas eran realmente imposibles.

Lewis Carroll





Au revoir

Mm XXVI










El tema "Mein Herr", interpretado por Sally Bowles (Liza Minnelli) de la película Cabaret



Bye, Bye Amo








Entartete Kunst IV











Der geblendete Simson -el ciego Sansón-, 1912. Óleo sobre lienzo
Lovis Corinth






jueves, 29 de julio de 2010

Underground V













I - II - III - IV






Kiss Comix nº: 6





Rysunki sadomasochistyczne

























































































































































































Una muestra de la serie "Dibujos sadomasoquistas (1965-1967)" de Zdzisław Beksinski
Serie completa Sale Muzeum







Dibujos de Zdzisław Beksiński

Música: L'escalier du diable - György Ligeti








miércoles, 28 de julio de 2010

Self Portrait VII




























TRAnsVESTISMO



Cindy Sherman, nacida el 1954 en Nueva Jersey, ha construido un imaginario propio con muy pocos elementos. Siempre fiel a si misma. la artista és el material fundamental de su obra y el disfraz, su herramienta preferida.

En una de sus primeras series, Films Stills (1977-1980), aparece representando diversos papeles estereotipados del cine de serie B y del cine negro. Más tarde vendrían otros.







Cindy Sherman parte I






El escondite











Tengo miedo.

Jugábamos al escondite.
Yo me ocultaba
y tú me perseguías.
Pasaron largas horas
y tú no me encontrabas.
Pasó la primavera,
se esfumaron los largos días de verano
y vino el otoño con su crujir de madera seca
y vino el invierno con su dolor de corazón sepultado en la nieve.

Te espero en mi rincón
y tengo miedo.




Irene Sánchez Carrón












*Fotografías: Eva Rubinstein


martes, 27 de julio de 2010

lunes, 26 de julio de 2010

Suguro V











Los engranajes que giraban en lo más profundo de su corazón se volvieron locos de pronto. La razón de su mal funcionamiento era clara. Algo se había colado en la vida de Suguro la noche de la entrega de premios, y el mecanismo interno que había funcionado con perfecta sincronización hasta entonces se había descontrolado repentinamente.
En su pequeño estudio –su único refugio-, Suguro apoyó la cabeza en el escritorio y se repitió a sí mismo una y otra vez: “No es nada, estás exagerando el asunto”.
Seguramente era así. Otros escritores ya habían sufrido el perjuicio de tener un impostor y habían afrontado el problema con el mismo enfoque. Lo único que debía hacer era olvidarse del asunto como habían hecho los demás, y el problema desaparecería por sí solo.
Aquel pensamiento debería haberle dado nuevas fuerzas, pero su estado de ánimo no mejoró.
Ante sus ojos flotaron las imágenes. El rostro idéntico al suyo que había visto en la entrega de premios. Superpuesto a él, el retrato expuesto en la galería de arte. La sonrisa vil, repulsiva y despectiva era la misma en ambas.
A veces, cuando no estaba su esposa, acudía al baño del despacho y contemplaba su rostro en el espejo. Un rostro abatido por la fatiga. Unos ojos amarillentos. Unos mechones canosos en las sienes. El rostro de un hombre de sesenta y cinco años. Tenía sesenta y cinco años y todavía estaba lleno de dudas. Se sentía inquieto y nervioso como un ratón.
Sacó la lengua ante el espejo y recordó una escena de una película alemana que había visto cuando era estudiante de instituto. Trataba de un actor de teatro ya mayor –sesenta y cinco años, de hecho- que se enamoraba de una mujer joven y terminaba abandonado y profundamente herido por la experiencia. En esa película, el viejo protagonista se burlaba de sí mismo sacándose la lengua frente al espejo del vestidor.
Ése eres tú. Ése es tu rostro. ¿En qué se diferencia de la cara del retrato? Una voz dentro de sí mismo formuló la pregunta. Iba dirigida a un hombre preocupado solamente por la imagen pública, consciente en todo instante de las miradas de sus lectores. Y, al parecer, tenía el propósito de empujarle en una dirección o en otra.



pág. 86-87


Escándalo
Shusako Endo




I - II - III - IV






oriolano VII














Tengo celos de un muerto,
de un vivo, no.

Tengo celos de un muerto
que nunca te miró.







B Cancionero de Ausencias [93]
Miguel Hernández








*Fotografía: Jeffrey W. Olin




domingo, 25 de julio de 2010

humor XII
















esclava XXXIX












At the slave market, 1852 oil on canvas
Francesco Gonin (1808-1889)






sábado, 24 de julio de 2010

legs XIII














*Fotografía: Robert Lynch



odalisca XXXIX












Odaliske bei der toilette , oil on canvas
Eduard Ansen-Hofmann






viernes, 23 de julio de 2010