domingo, 31 de enero de 2010

odalisca XXIX










odalisca amarilla. 1926. Óleo sobre lienzo.
Henri Matisse





aceites VII






























































Albert von Keller (1844–1920)






sábado, 30 de enero de 2010

viernes, 29 de enero de 2010

tattoo I
































“Herodías”, fotografía de Michele Curel de su serie - tattoo -




















"Salomé con la cabeza del Bautista", lienzo
-Carlo Dolci (1616-1686)-





"Ella salió y le dijo a su madre: ¿Qué pediré? Y ella contestó: La cabeza de Juan el Bautista".

(Marcos 6:24)



3 Herodes, en efecto, había hecho arrestar, encadenar y encarcelar a Juan, a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe,
4 porque Juan le decía: "No te es lícito tenerla".
5 Herodes quería matarlo, pero tenía miedo del pueblo, que consideraba a Juan un profeta.

-Herodes Antipas -también conocido como Herodes el Tetrarca-, repudió a su esposa legítima para casarse con Herodías, esposa de su hermanastro. Herodías tenía una hija, llamada Salomé, famosa por su belleza y la sensualidad de sus danzas.-

6 El día en que Herodes festejaba su cumpleaños, la hija de Herodías bailó en público, y le agradó tanto a Herodes
7 que prometió bajo juramento darle lo que pidiera.
8 Instigada por su madre, ella dijo: "Tráeme aquí sobre una bandeja la cabeza de Juan el Bautista".
9 El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por los convidados, ordenó que se la dieran
10 y mandó decapitar a Juan en la cárcel.
11 Su cabeza fue llevada sobre una bandeja y entregada a la joven, y esta la presentó a su madre.


(Mateo 14:3-11)




masque VII












miércoles, 27 de enero de 2010

legs VI
















*Fotografía: Marcus Ohlsson
*Modelo: Caroline Wineberg




oriolano I













Tengo estos huesos hechos a las penas
y a las cavilaciones estas sienes:
pena que vas, cavilación que vienes
como el mar de la playa a las arenas.


Como el mar de la playa a las arenas,
voy en este naufragio de vaivenes,
por una noche oscura de sartenes
redondas, pobres, tristes y morenas.


Nadie me salvará de este naufragio
si no es tu amor, la tabla que procuro,
si no es tu voz, el norte que pretendo.


Eludiendo por eso el mal presagio
de que ni en ti siquiera habré seguro,
voy entre pena y pena sonriendo.





De "El rayo que no cesa" 1935
Miguel Hernández (1910-1942)








*Fotografía: Dominic




martes, 26 de enero de 2010

lunes, 25 de enero de 2010

corsé XI














«El arte no daña y prohibir mis imágenes hace detonar mi imaginación».








Las diez ciruelas










Un día que Esopo estaba solo, se desnudó y frotándose las manos y agitándose, empezó a hacer el acto deshonesto, propio de los pastores. La mujer de Janto, sorprendiéndole súbitamente desde la casa, preguntó:

-Esopo ¿qué es eso?

-Me hace bien y es útil para el vientre -dijo.

Ella, cuando vio el tamaño y el grosor de su miembro, quedó cautivada y olvidándose de su fealdad, se consumió en deseos. Le llamó aparte y dijo:

-Si me haces ahora sin rechistar una cosa agradable, estarás más contento que tu amo.

El respondió:

-Sabes que si mi amo se entera me va a pagar, con razón, con una desgracia no pequeña.

La mujer, sonriendo, dijo:

-Si me haces diez veces el amor te regalaré un manto por vestido.

-Júralo -replicó Esopo.








Ella, ya cachonda, se lo juró. Esopo la creyó y como quería también vengarse de su amo, realizó su deseo hasta nueve veces y exclamó:

-Señora otra no puedo.

Ésta, habiéndole sacado el gusto, le recordó:

-Si no me satisfaces diez veces, no recibirás nada.

Entonces, muy cansado, se corrió en el muslo y dijo:

-Dame el manto, porque te lo reclamo ante el amo.

Ella le contestó:

-Yo te asalarié para cultivar mi campo, pero tú pasaste de la valla y trabajaste el del vecino. Así que, házmelo una vez más y toma el vestido.

Entonces, Esopo se acercó a Janto, que venía y le dijo:

-Amo, júzgame junto con mi ama.









Janto al oírlo dijo:

-¿Qué?

-Amo -repuso Esopo-, la señora iba conmigo, cuando vio un ciruelo cargado de fruta. Se fijó en una rama que estaba llena, se encaprichó y dijo: "si eres capaz de tirarme con una piedra diez ciruelas, te doy un manto". Conque yo disparé, acerté con una sola piedra y le conseguí las diez, pero una de ellas fue a caer al estiércol y ahora no quiere darme el manto.

Oyendo esto la mujer dijo a su marido:

-Reconozco haber recibido las nueve, pero no cuento la que cayó al estiércol, que tire, pues, de nuevo, me deje caer una ciruela y que se lleve el manto.

Esopo contestó:

-Ya no doy fruto para más.

Entonces, Janto sentenció que se le diera el manto a Esopo y le dijo:

-Esopo... como estoy cansado, ven conmigo afuera, antes de que sea la hora de comer para dar una vuelta. Y a la vez, vas a sacudir el ciruelo y llevas a tu señora la ciruela que falta, para que tengas tu manto.

La mujer le dijo:

-Que se haga así, señor. Yo, como has mandado, le daré el manto.





Fábulas de Esopo. Vida de Esopo. Fábulas de Babrio.
Madrid, Gredos, 1978, pp. 244-246







El perfume, 2006 - La chica con las ciruelas -







domingo, 24 de enero de 2010

De-Da


































































































Evie's First Time
Mark Davis and Evie Delatosso