En febrero de 1799, los Caprichos se podían adquirir por 320 reales en la tienda de perfumes y licores del número 1 de la calle Desengaño, muy cerca del domicilio de Goya. Cada edición constaba de 80 estampas de gran formato, numeradas y provistas de leyendas.
Bajo ese título el autor podía permitirse expresar libremente su creatividad, sin ceñirse a los temas y reglas artísticos convencionales, y dar cabida tanto a la razón como a los disparates, a la seriedad y a la sátira. Goya publicó un anuncio en un diario de Madrid explicando que, en sus Caprichos, había representado errores, prejuicios y embustes humanos. Sátiras sociales corrosivas y fantasías diabólicas se aúnan en los Caprichos para dar vida a una pesadilla de la que no es posible sustraerse.
*Fuente: Minilibros de Arte -Goya-
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