jueves, 11 de septiembre de 2008

Apariencias













Me detengo en la puerta al verme reflejado en el cristal. Miro a ambos por si alguien me ve entrar.
Entro con aire despistado como quien lo hace por primera vez.
Baja la escalera. Sonríe discreta. Me invita a quitarme la ropa y a ponerme cómodo; me indica la estancia. Será sólo un momento.
Desaparece tras la puerta del baño. La oigo asearse.
Vuelve preparada y dispuesta.
Lo de siempre supongo… pregunta sin preguntar.
La dejo hacer. Sus manos son suaves y firmes; ágiles y precisas; cuidadosas e infalibles.
Veo su reflejo en el espejo: sube, baja, gira; ve, mira, escudriña; me habla con voz dulce; preguntas cortas, directas, concretas, ineludibles.
Observa, estudia, vuelve a la carga. Es detallista, concienzuda; adivina mis pensamientos y deseos y se anticipa a mis temores.
Termina. Se aleja en la penumbra. Me relajo y reposo un rato mientras recupero el tono y la respiración.
Me cobra con la misma sonrisa cómplice del principio.
Salgo. Miro a ambos lados pero ya no temo que me vean salir.
Reviso de reojo mi reflejo en el cristal de la puerta; tiene razón: su corte de pelo me favorece.




"Pregunta retórica"

Rafael Ballesteros Díaz






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