Fotografía, pintura, escultura de
bdsm
Él iba y venía del mostrador enseñándole el género y ella iba eligiendo y rechazando sin el menor asomo de vacilación. Finalmente, cuando ella se dio por satisfecha, él envolvió todo (garfio, escarpias, cuerdas, cadena, velas, juego de candados, dos collares para perro y dos para gato) en el mismo paquete y ella pagó con una amplia sonrisa de ochenta vatios. Sus ojos brillaban como una caja de luz. Pensó en seguirla y dejarlo todo, pensó en su novia y en su madre –pupilas vigilantes, retinas reticentes- que le esperaban en casa a la hora de comer, con la comida hecha y servida; y en su vida, ya dispuesta de antemano, igual que los cubiertos sobre la mesa. Y mientras lo estaba pensando, Raquel llegó a la puerta, la abrió y la cruzó, dejando atrás la ferretería, y arrastrando tras de sí el sentido de la vida con la misma fuerza con la que el remolino del desagüe se lleva el agua de la bañera al quitar el tapón. Y lo dejó boqueando de agonía, como taladrado por una broca del trece.
Nosotras que no somos como las demás
Lucía Etxebarría
ASSAIG DE CÀNTIC EN EL TEMPLE
Oh, que cansat estic de la meva
covarda, vella, tan salvatge terra,
i com m'agradaria d'allunyar-me'n,
nord enllà,
on diuen que la gent és neta
i noble, culta, rica, lliure,
desvetllada i feliç!
Aleshores, a la congregació, els germans dirien
desaprovant: "Com l'ocell que deixa el niu,
així l'home que se'n va del seu indret",
mentre jo, ja ben lluny, em riuria
de la llei i de l'antiga saviesa
d'aquest meu àrid poble.
Però no he de seguir mai el meu somni
i em quedaré aquí fins a la mort.
Car sóc també molt covard i salvatge
i estimo a més amb un
desesperat dolor
aquesta meva pobra,
bruta, trista, dissortada pàtria.
Ensayo de cántico en el templo
¡Oh, qué cansado estoy
de mi cobarde, vieja, tan salvaje tierra,
y cómo me gustaría alejarme,
hacia el norte,
en donde dicen que la gente es limpia
y noble, culta, rica, libre,
despierta y feliz!
Entonces, en la congregación, los hermanos dirían,
desaprobando: «Como el pájaro que deja el nido,
así el hombre que abandona su lugar»,
mientras yo, bien lejos, me reiría
de la ley y de la antigua sabiduría
de mi árido pueblo.
Pero no he de realizar nunca mi sueño
y aquí me quedaré hasta la muerte.
Pues soy también muy cobarde y salvaje
y amo, además,
con desesperado dolor,
a esta mi pobre,
sucia, triste, desdichada patria.
Salvador Espriu i Castelló (10 de julio de 1913- 22 de febrero de 1985)