Me han regalado en el bazar del sueño
estos zapatos para ti: la punta
traspasaría yelmos y corazas
si sirviera de flecha, y el tacón,
con sus quince centímetros, podría
clavarse en tu garganta sin que apenas
brotara sangre. Tiéndete en el suelo,
cierra los ojos, pierde la memoria
e intenta no pensar y no sentir,
que quiero pasear al Minotauro
de mis tacones por tu laberinto.
La Dama de los Tacones
Aiguablava, 19 de agosto de 2006
Luis Alberto de Cuenca (Madrid, 1950)
*Fotografía: Roger Jazilek
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