Castigado por ser sorprendido robando, no por robar.
Desnutrido, ágil y vivo, apto o exterminado.
Hambriento y helado pensarás mas rápido.
Aprenderás a caminar descalzo sobre piedras.
Serás más fuerte si necesitas menos.
Amputados los tres miedos en tu infancia: oscuridad, soledad y supersticiones, tu criterio será límpido.
En la fidicia* sorbe tu sopa negra: sangre, vino y vísceras. Matarás así la gula.
Hablarás poco y dirás las cosas de la manera mas exacta y con el menor número de palabras posible.
Tu moneda será de hierro, voluminosa y no valdrá su propio peso, de ese modo el rico necesitará un granero para guardar su fortuna.
Serás adiestrado como hoplita*, aprenderás el manejo de la lanza y de la espada, sabrás percibir protegido por tu yelmo, placas de bronce cubrírán tus tibias y rodillas y el pesado hoplon de madera forrada de bronce te cubrirá en combate. Volverás de la batalla con él o sobre él.
Luego comprenderás la unidad hasta ser apto para ocupar tu lugar en la φάλαγξ (
Falange).
Y si aun así no fueres elegido entre los 300... celebra que existan 300 mejores que tú en Esparta.
*Fidicia. Otra de las instituciones de Licurgo fue la comida en público. Todos los hombres estaban obligados a pertenecer a una especie de sociedad gastronómica formada por 15 miembros, a la que aportaban en especie lo necesario cada mes: harina, vino, queso, higos y algo de dinero para carne. El plato imprescindible era su célebre “sopa negra” hecha de sangre, vino y vísceras de cerdo. Estos clubes tenían un nombre –fidicia– que significa ahorro, aunque la palabra también evocaba el concepto de amistad. Eran una vía para mantener la cohesión y la convivencia, así como una escuela para los más jóvenes. Además, servían de control para mantener a raya la gula, un vicio detestado en Esparta, y la obesidad, también mal vista. A pesar de la rigidez de sus leyes, Licurgo no debió ser un hombre severo. Fue él quien introdujo la estatua de La Risa, que presidía las fidicia.
*Hoplitas. Espartiatas eran los 300 hombres que contuvieron al formidable ejército persa en el desfiladero de las Termópilas y también los que, junto a los atenienses, los volvieron a derrotar en Platea. Entrenados desde la infancia para soportar el dolor, agitados por un impulso patriótico ferviente y ávidos estudiosos de la estrategia, los espartiatas mantuvieron la preponderancia en Grecia durante el siglo V a. de C. Ello fue consecuencia del desarrollo de su técnica militar, y en especial de una nueva forma de ataque que consistía en el empuje frontal de una masa de guerreros dotados de armaduras pesadas, los hoplitas. Pero estos éxitos ahogaron a su sociedad en un militarismo ciego que anuló todas sus otras capacidades, hasta el punto de que la actividad cultural cesó.
Leónidas en las Termópilas de Jacques-Louis David
Oleo sobre tela, 1814 . 395 x 531 cm
En el lugar de la batalla, hoy día, se recuerda con una lapida que dice así: "Viajero, ve y dile a Esparta que los que aquí reposan cayeron en defensa de sus leyes".
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