martes, 22 de julio de 2008

Fóllame






















Con una muy accidentada distribución en Francia, con prohibiciones varias incluidas, es una obra de formas y planteamientos muy duros, casi traumáticos para el público en general, y que son el reflejo en la pantalla de la personalidad radical y la libertad sin límites ni escrúpulos en la que militan sus autoras.


Su mensaje, en contra de lo que los rumores sobre esta cinta vienen desarrollando, no es el de un feminismo radical contado a través de una historia de mantis religiosas que pretenden vengar al supuesto sexo débil de la masculinidad imperante. Lo que Fóllame expone es el desarraigo de dos mujeres asqueadas del mundo en el que viven, sucio no sólo por el machismo, sino por un odio omnipresente, que es el que las destruye como personas y el que las sitúa en otro estado del ser, absolutamente infrecuente y en cierto modo superior, y basado en el sexo y la violencia extrema.


Rodada en vídeo, lenta en su planteamiento y, si se soporta, interesante, afronta su historia con una técnica concienzudamente provocadora, construida a partir de elementos acertados o fallidos, pero siempre radicales: una banda sonora con temas de rock duro y punk, escenas de sexo en formato tranquilamente pornográfico, una cámara que se mueve a veces a ritmo de corriente Dogma y una violencia sin tapujos, digna de la exageración de filmes como, por ejemplo, Asesinos natos. Una road movie de vidas más allá del límite, y que se empapa del odio y el extremismo de lo que cuenta hasta convertirse en una película desagradable pero con sentido, pornográfica pero rotunda, y con la virtud o el defecto cinematográfico de ser libre a costa de la provocación al espectador.



Una de las protagonistas Karen Bach se suicido el 9 de enero de 2005.


















Entrevista a Virginie_Despentes:

"No creo en la feminidad".

La aparición de la novela Fóllame, luego llevada al cine, lanzó a la fama a la escritora francesa. Su último libro, Teoría King Kong, mezcla el ensayo y la autobiografía para hablar de la violación, la prostitución y la pornografía desde un punto de vista tan crudo como polémico.

Transgresora y deslenguada, Virginie Despentes (Nancy, 1969) pasó de ser una escritora marginal a convertirse en una de las voces más destacadas de su generación. Una dama de la literatura trash...

La popularidad le llegó en 1993 con su novela Fóllame (Mondadori), después llevada al cine, que cuenta la violenta historia de dos prostitutas convertidas en asesinas en serie. Despentes extrae de su biografía -en la que figuran la violación, la prostitución y los trabajos basura- buena parte de su material de ficción y también de reflexión. Pero es su último libro, el ensayo Teoría King Kong (Melusina 2006) el que la ha vuelto a poner en la mira de los conservadores. Un texto polémico que unos consideran el manifiesto de un nuevo feminismo y otros, un ajuste de cuentas personal, una guerra civil entre hombres y mujeres.

"Escribo desde la fealdad, y para las feas, las viejas, las camioneras, las frígidas, las insatisfechas, las que nadie desea, las histéricas, las taradas, todas las excluidas del gran mercado de la buena mujer", escribe.



PREGUNTA. Su escritura es directa como un puñetazo. ¿Es necesaria la cólera, cierta violencia para hacerse escuchar?.

RESPUESTA. No, la cólera puede dar cierta energía. Pero lo que es necesario para hacerse oír son personas dispuestas a hacerlo. Hay algunas que funcionan bien con la cólera, otras, a quienes eso les causa apenas un rasguño.

PREGUNTA. ¿Escribir: "Puesto que quería ser un hombre, he tenido una vida de hombre", no es una dimisión de su propia particularidad?.

RESPUESTA. ¿Una dimisión con respecto a qué? ¿A mi "devenir mujer"? Nunca me he sentido dueña de una misión particular por ser mujer. Desde el exterior es desde donde se me hizo comprender que mis apetitos eran masculinos. Hubiera dimitido de mí misma aunque me hubiese comportado de otra manera. Si hubiese escuchado lo que me decían: a las chicas no les gusta tocar la guitarra eléctrica, pero sí los chicos que lo hacen; a las chicas no les gusta pelearse, pero sí los hombres que se pelean; a las chicas no les gusta ganar dinero, pero sí casarse con aquellos que lo tienen... No creo por un instante en la femineidad, que sería un despliegue biológico o químico de cualidades particulares en todas las mujeres. Tampoco creo más en la virilidad que reuniría a todos los hombres. No me parece que Bruce Willis y Woody Allen se parezcan en nada. Ni tampoco Britney Spears y Angela Davis. Dividir a la humanidad en dos partes para tener la sensación de haber hecho un buen trabajo me parece bastante grotesco.

PREGUNTA. Cuando escribe que "explota su femineidad si se prostituye", me cuesta pensar que no deje una huella traumática...

RESPUESTA. Sinceramente, ¿cree que la prostitución deja más traumas que la exposición mediática? Lo que hago hoy en día para ganarme la vida como autora mediatizada es humillante y doloroso. Y nadie me compadece. La prostituta deja libre el fantasma del miedo a que las jóvenes se hagan prostitutas, por eso insistimos en el lado doloroso de ese oficio.

PREGUNTA. Tal vez la posesión física sea también la posesión moral de la persona... ¿Todo acto físico no deja una huella emocional?.

RESPUESTA. Si he practicado ese oficio durante un tiempo era porque me resultaba fácil. Más transparente que otros trabajos que he podido tener. Todo intercambio físico deja una huella emocional, sí, pero no siempre negativa. No digo que todas las mujeres puedan hacerlo. Digo que, para algunas, es un trabajo como cualquier otro, incluso más interesante que otro. No vivimos en un mundo donde todo el mundo esté feliz con pagar su hipoteca.

PREGUNTA. Para usted la femineidad es una forma de servilismo, un puterío. Una mujer sumisa es una mujer sin rostro, ¿por dónde empieza la revolución?.

RESPUESTA. Convertirse en lesbiana sería un buen comienzo.

PREGUNTA. No se termina, según dice, disfrazándose de hombres para avanzar. ¿Cómo inventar la femineidad bajo presión sin caer en el conservadurismo o tirando de ideas preconcebidas?.

RESPUESTA. No nos disfrazamos de hombres más que ellos. Lo que se define como lo que les pertenece, no les pertenece y no les conviene, ni más ni menos que a las que nacemos mujeres. Imaginar que la fuerza de carácter, la energía, la agresividad, el deseo, o los trapos más prácticos que seductores nos pertenecen en tanto que hembras es una herejía. A cada una le toca definir, según su trayectoria precisa y en la medida de sus posibilidades adónde quiere ir. Que opongan a mi femineidad el ejemplo de una novela donde dos mujeres matan a todo el mundo es una estupidez. No escribo para honrar ni deshonrar mi femineidad, sino en un contexto preciso y sobre emociones que no poseen género.



Entrevista publicada en Babelia, El País.








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