Látigo mortal
Esposada, me llevan a azotar.
He sido condenada a que me den
cien azotes en público, si cien
azotes soy capaz de soportar.
He sido condenada a que me den
cien azotes en público, si cien
azotes soy capaz de soportar.
Subo al tablado y, nada más llegar,
me quitan el vestido y el sostén.
Los zapatos de alto tacón también;
bragas y medias puedo conservar.
me quitan el vestido y el sostén.
Los zapatos de alto tacón también;
bragas y medias puedo conservar.
Atan mis manos juntas muy en alto,
mis talones no tocan en el suelo.
El látigo, una vez y otra, alza el vuelo.
mis talones no tocan en el suelo.
El látigo, una vez y otra, alza el vuelo.
Mi espalda de mi sangre está cubierta.
¡Y cien!, grita el verdugo, y hace alto.
Yo no puedo escucharlo. Estoy ya muerta.
¡Y cien!, grita el verdugo, y hace alto.
Yo no puedo escucharlo. Estoy ya muerta.
Son mis argumentos, temas y vocabulario por fuerza limitados y los doy a luz como colección de variaciones sobre una trayectoria melódica común, con su entrega recíproca absoluta, y del orgasmo, éste bajo las figuras alegóricas de la muerte múltiple.
Consérvate con salud física y psíquica, cuida tu vertiente humorística y no quieras ver formas de barro sucio, sino el fuego de la entrega y posesión totales, en los renglones medidos que te entrego.
Madrid , mayo del 2001
Madrid , mayo del 2001
Fragmento del prólogo del autor, José Alcalá Zamora
-Poemas del amor cruel-
-Poemas del amor cruel-
*Ilustraciones: John Willie
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