Él sabe leerme como nadie hasta ahora lo había hecho. En sus manos soy el libro del estremecimiento. Mi lector voraz me hojea mientras me acaricia el lomo, entrega un dedo a mi boca y, tras rescatarlo empapado, empieza a pasar mis páginas hasta dejarme abierta por el capítulo de la turbación.
Antes de continuar, venda mis ojos. De esa manera, desde la oscuridad que amplifica los sentidos, advierto cómo unos dientes me arrancan la cordura, una lengua me inflama el deseo, un cuerpo me apaga la sed. Tinta, papel, sudor, carne.
Finalizada la lectura, me suplica que done a su extensa biblioteca el ejemplar de la historia que acabo de contarle. Yo le aseguro que haré lo que me pide cuando tenga la certeza de que, a partir de mis palabras, no habrá más sherezades.
Antes de continuar, venda mis ojos. De esa manera, desde la oscuridad que amplifica los sentidos, advierto cómo unos dientes me arrancan la cordura, una lengua me inflama el deseo, un cuerpo me apaga la sed. Tinta, papel, sudor, carne.
Finalizada la lectura, me suplica que done a su extensa biblioteca el ejemplar de la historia que acabo de contarle. Yo le aseguro que haré lo que me pide cuando tenga la certeza de que, a partir de mis palabras, no habrá más sherezades.
Libro del estremecimiento
de Ana Muñoz de la Torre
de Ana Muñoz de la Torre
*Fotografía: Libor Kappel
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