“Soy un animal que anhela el contacto de su Amo. Pero no es por castigo físico, que también, por lo que clamo; lo que necesito desesperadamente es ser reducida, lanzada a otra dimensión.
Es decir, liberada.
Quiero desaparecer, quiero diluirme, quiero ser en el Maestro".
Es decir, liberada.
Quiero desaparecer, quiero diluirme, quiero ser en el Maestro".
Laura en "Diosa"
Las actitudes
La actitud de los "S" -sádico, dominante, Amo-
¡Un(a) S en acción jamás deberá bajar la guardia! Para ello, más vale permanecer de pie, para dominar, o también sentarse en alto, preferentemente sobre un trono.
Con los brazos cruzados y el látigo o la fusta (a modo de cetro), el rey o reina mostraran la altitud altiva que es de rigor. Piensa en los juegos de manos de los actores de teatro que estudian el lenguaje corporal antes de empezar a declamar sus textos. Jugar con un par de guantes permitirá a un(a) S tener un aspecto altanero a la vez que inquietante, porque los asesinos suelen llevarlos para cometer sus delitos. Enarbolar cadenas o llevar puesto un verdugo en la cabeza influye en la conducta de un amo e intimida al esclavo.
La voz deberá ser queda, grave a ser posible. Un(a) S deberá irradiar la energía de un director de orquesta o una maestra de ceremonias e imponer su fuerza mental al otro para que ligue la mayonesa. De hecho, tener un(a) esclavo(a) a los pies no basta para convertirse en un(a) verdadero(a) S. En el principio fue el Verbo… Las primeras palabras pronunciadas por un(a) S pueden ser cautivantes, o por el contrario, dejar totalmente indiferente. Oscar Wilde decía que nunca se tiene una segunda oportunidad de causar una buena primera impresión.
Un(a) S puede perfectamente permanecer callado(a) durante la sesión. El silencio destila maravillosamente el miedo. Funciona como una amenaza e impone lo mismo que las palabras, siempre y cuando exista una puesta en escena que lo realce. Atar y amordazar a un(a) esclavo(a) son actos impresionantes cuando se desarrollan en el más absoluto silencio, especialmente si el (la) S lleva puesta una máscara o un verdugo. La persona que domina puede dejar a su esclavo(a) atado(a) y ausentarse durante un rato. La espera es un factor de inquietud y provoca simultáneamente un gran gozo que remonta a la infancia, a la aprehensión del castigo mágico que borrará todas las faltas.
La actitud de los "M" -masoquista, sumisa, esclava-
La espera silenciosa es una de las constantes de su actitud, que deberá mantener en toda circunstancia. El esclavo esperará a que le pregunten para abrir la boca, pero sin olvidar jamás la formula de cortesía: “Gracias, amo”, “Gracias, ama”, incluso, y muy especialmente, si se trata de la persona que comparte su vida. También puede utilizar el “Sí, señora”, “Sí, señor”. Un(a) M evita siempre intervenciones verbales del estilo: “¿Y si nos instaláramos en el sofá?” o también “Por si no lo sabias, soy mas bien delicado”. Los M bajan siempre la mirada y mantienen además las manos en la espalda cuando no las utilizan. Las manos sólo entrarán en acción por orden de la persona dominante. ¡Jamás deberá acariciar al “señor” o la “señora” sin haber recibido antes la orden pertinente! En posición de rodillas, deberá entrar la barriga para quedar tan atractivo como sea posible y satisfacer el placer visual de quien está mirando. A cuatro patas, procurará mantener la espalda recta, con las manos bien planas en el suelo y no encogidas como muñones. La cabeza deberá estar alineada con la espalda. Practicará antes la postura delante del espejo. Si se le ordenara moverse a cuatro patas por el cuarto, el movimiento deberá de ser elegante y felino. Otra constante: la diligencia en la obediencia. El S o la S esperan celo y prontitud por parte de los M. ¡Nada de remolonear a la hora de hacer las tareas domesticas o los servicios asignados!.
La espera silenciosa es una de las constantes de su actitud, que deberá mantener en toda circunstancia. El esclavo esperará a que le pregunten para abrir la boca, pero sin olvidar jamás la formula de cortesía: “Gracias, amo”, “Gracias, ama”, incluso, y muy especialmente, si se trata de la persona que comparte su vida. También puede utilizar el “Sí, señora”, “Sí, señor”. Un(a) M evita siempre intervenciones verbales del estilo: “¿Y si nos instaláramos en el sofá?” o también “Por si no lo sabias, soy mas bien delicado”. Los M bajan siempre la mirada y mantienen además las manos en la espalda cuando no las utilizan. Las manos sólo entrarán en acción por orden de la persona dominante. ¡Jamás deberá acariciar al “señor” o la “señora” sin haber recibido antes la orden pertinente! En posición de rodillas, deberá entrar la barriga para quedar tan atractivo como sea posible y satisfacer el placer visual de quien está mirando. A cuatro patas, procurará mantener la espalda recta, con las manos bien planas en el suelo y no encogidas como muñones. La cabeza deberá estar alineada con la espalda. Practicará antes la postura delante del espejo. Si se le ordenara moverse a cuatro patas por el cuarto, el movimiento deberá de ser elegante y felino. Otra constante: la diligencia en la obediencia. El S o la S esperan celo y prontitud por parte de los M. ¡Nada de remolonear a la hora de hacer las tareas domesticas o los servicios asignados!.
La ofrenda de uno mismo(a) se pone de manifiesto en las actitudes que los M adoptan en el momento propicio. Cuando se le exige, por ejemplo, ser un objeto sexual apetecible. Todas las partes de su cuerpo deberán ser presentadas en posturas sugerentes, las partes sexuales abiertas de par en par, los pechos decorados con joyas amovibles o pinzas, etc. Si un(a) S empezara a propinar un correctivo al esclavo(a), los gemidos solo estarán permitidos si el/la S obtiene de ello una excitación certera.
(Fragmento)
“Atrévete con el sadomasoquismo” de Gala Fur
3 comentarios:
Yo tengo ese libro y el de bondage, son muy buenos.
bongage y sado, mas o menos es lo mismo no?
Sado de manual. Menudo tostón. :-)
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