sábado, 21 de marzo de 2009

Mnemónidas I







Apolo y las Musas Bertel Thorvaldsen






Desde los cantos de Homero hasta los frisos de los sarcófagos romanos, podemos encontrar en la presencia de las Musas – nacidas de nueve noches seguidas de fecundo amor entre Zeus y la titánida Mnemosina (la Memoria)- una continuidad cuyo sentido está inscrito en aquello que los griegos denominaban “música” y nosotros hemos adquirido el hábito de denominar “cultura”.






Atenea junto a las Musas 1560, de Frans Floris de Vriendt, óleo sobre tela






Estas divinidades femeninas "que se complacen en las fiestas y en la alegría del canto" también presiden todas las actividades intelectuales, hasta las más altas, todo lo que libera al hombre de la materia y le da acceso a las verdades eternas. Elocuencia, persuasión, sabiduría, conocimiento del pasado y de las leyes del mundo, matemáticas, astronomía, poesía, música y la danza son su dominio.
Al poeta de la epopeya le es totalmente imposible cantar sin el auxilio de la Musa que sabe enumerar los nombres sin número de los catálogos de los mejores guerreros o la lista exhaustiva de las naves que llegaron hasta Troya. Pues sólo la Musa posee la memoria, es decir, en la época arcaica, el poder de contemplar a la vez el pasado, el presente y el futuro, y de conocer, con la presencia de una mirada, la totalidad de las cosas. La musa le concede este don de la memoria al poeta, pero también puede quitárselo: Támiris de Tracia se vanagloriaba de vencer a las Musas; irritadas, éstas hicieron de él un lisiado (sin duda, privándolo de voz) y, al mismo tiempo, le hicieron olvidar cómo acompañarse con la cítara. A la inversa, Demédoco, el aedo de los feacios, cuyos ojos están muertos, recibe de las Musas el don de cantar y compartir la memoria inalterable de las hijas de la Memoria.






Tres musas en un bajorrelieve de Mantinea atribuido al taller de Praxíteles, siglo IV aC, probablemente Meletê, Mnêmê y Aoidê






Antes de ser nueve y desplegar en sus nombres una teología de la palabra cantada (desde la gloria de Clío y la festividad de Talía, hasta la poderosa voz de Calíope), las Musas eran tres hermanas que habitaban en un santuario muy antiguo del Helicón: Meletê, Mnêmê y Aoidê, tres modalidades de la actividad poética. La primera designa el ejercicio mental, la concentración, la atención. La segunda lleva en nombre de la memoria, esa función psicológica sin la cual no hay ni recitación ni improvisación, mientras que la tercera hace referencia al poema acabado, producto de Meletê y Mnêmê.
Estas diosas se presentan como cantantes en las fiestas de los dioses, y forman parte del séquito de Apolo. Su primer canto fue el de la victoria de los dioses del Olimpo sobre los Titanes y el establecimiento de un nuevo orden cósmico. Se decía también que acompañaban a los reyes, dándoles las palabras necesarias para gobernar, inspirándoles sabiduría y otorgándoles la virtud de la justicia y la clemencia, con la que se ganaban el amor de sus súbditos.






Minerva entre Las Musas, Hendrick van Balen the Elder



Las musas se reunían con frecuencia en el monte Parnaso, que estaba consagrado a Apolo. A los pies de este monte se encontraba la fuente de Castalia, en la que los artistas se purificaban antes de entrar al templo del dios. También tenían un santuario en el Helicón, la montaña más alta de Beocia, donde se encuentra la fuente Hipocrene, que surgió de una coz del caballo alado Pegaso.





Apolo y las Musas en el Monte Parnaso 1940, Simon Vouet, óleo sobre tela





Las nueve Musas son:











Clío la que celebra”, es la musa de la historia y de la poesía heroica. Es también la madre de Jacinto, compañero de Apolo. Se la representa con frecuencia sosteniendo un rollo de pergamino.









Polimnia preside los himnos sagrados y la elocuencia. Aparece con frecuencia en una actitud meditativa, con la mirada seria y un codo apoyado en una columna. A veces se la muestra con un dedo sobre la boca, simbolizando el silencio y la discreción.








Melpómene “cantar” es la musa del teatro trágico. Usa los coturnos tradicionales de los actores, y es representada con un cuchillo en una mano y la máscara trágica en la otra.









Eratoamorosa”, es la musa de la poesía amorosa, además de la mímica. En el arte se la muestra con una lira.








Terpsichoredeleite de la danza”, es la musa de la danza y de los coros dramáticos. Se la representa sentada con una lira en las manos.








Talíaflorecer”, preside el arte de la comedia y de la poesía pastoral. Sus atributos son la máscara de la comedia y el cayado de pastor










Euterpedeleite” es la musa de la poesía lírica y de la música. Se le atribuye la invención de la flauta doble, con la que es representada.










Calíope la de la bella voz”, la mayor y más distinguida que presidía la elocuencia y la poesía épica. Era representada con un estilete y una tabla de escritura.











Uraniacelestial”, es la protectora de los astrónomos y los astrólogos. En el arte aparece con una esfera en la mano izquierda y una espiga en la derecha. Está vestida con un manto cubierto de estrellas y mantiene la mirada hacia el cielo.












"Mi pobre musa, ¡ay!, ¿qué ocurre esta mañana?
tus ojos están llenos de delirios nocturnos,
y veo reflejarse en tu tez con desgana
la locura, el horror, fríos y taciturnos."

¿El súcubo verdoso y el rosado diablillo
el miedo te han vertido, y el amor, de sus urnas?
¿Con su puño te hundieron oscuras pesadillas
en el fondo de algún fabuloso Minturno?

Quisiera que, exhalando un saludable olor,
tu seno de ideas fuertes se viese frecuentado
y tu cristiana sangre fluyese en olas rítmicas,
como los sones múltiples de las sílabas viejas
donde, reinan por turno Febo, padre del canto,
y el gran Pan, cuyo imperio se extiende por las mieses.



"La Musa enferma",
Charles Baudelaire, Les Fleurs du Mal




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La musa interpelo al poeta:
-¿O yo, o ella?
Él contesto: …






*Gradados: El Parnasso Español: Monte en dos cumbres dividido, con las nueve musas castellanas, donde se contienen Poesías / de Francisco de Quevedo Villegas (1580-1645) … ; que con adorno, i censura, ilustradas, i corregidas, salen ahora de la librería de don Jose Antonio González de Salas … – En Madrid : lo imprimió en su oficina del libro abierto Diego Díaz de la Carrera : a costa de Pedro Coello, mercader de libros, 1648. Indice general - índice en miniatura


*Libros: Diccionario de las mitologías, volumen II, Ives Bonnefoy, Destino.



1 comentario:

Madame X dijo...

¿Qué sería de nosotros sin esas criaturas insufladoras de inspiración?

Bonita entrada. Y Baudelaire un exquisito broche final.