martes, 24 de noviembre de 2009

Juramento de piernas cruzadas III



















(...)

Lisístrata.- ¿Dónde esta Conciliación? (Conciliación, una joven desnuda, es traída por la máquina escénica) Tráeme primero a los laconios cogiéndoles con una mano que no sea áspera ni violenta, ni como nuestros hombres hacían torpemente, sino como deben hacerlo las mujeres, muy familiarmente. Y si uno no da la mano, tráemelo del miembro. (Conciliación trae a los laconios.)
Tráeme también a los atenienses, acércamelos cogiéndolos del sitio que te dejen. (Conciliación trae a los atenienses.) Laconios, poneos a mi lado, y vosotros del otro, y escuchad mis palabras. “Soy mujer, pero tengo talento. No carezco de juicio por mi misma, y las palabras de mi padre y mis mayores, muchas, después de oír, no estoy mal instruida”. Así quiero cogeros y acusaros a todos juntos, con justicia, porque hacéis la aspersión de los altares con la misma agua bendita, como hermanos, en Olimpia, en las Termópilas, en Delfos (se refiere a los Juegos Olímpicos y a los Juegos Píticos) - ¡y cuántos lugares más podría decir, si quisiera alargarme!-, y luego, estando presente el enemigo con su ejército bárbaro, matáis a los griegos, arrasáis sus ciudades. “Tengo así terminado el primer punto”. (verso del Erecteo, de Euripídes)

Prítanis.- Y en tanto yo perezco desprepuciado.







Lisístrata.- Y luego, lacedemonios, pues ahora me vuelvo a vosotros, ¿no sabéis que en otro tiempo vino aquí Periclidas el laconio y se sentó en los altares como suplicante de los atenienses, pálido en su capote escarlata, pidiendo un ejercito? Mesenia en aquel tiempo se os venía encima y también el dios con terremotos. Pero Cimón fue con cuatro mil hoplitas y salvo a Lacedemonia entera. (Aristófanes falsifica la historia: los lacedemonios no quisieron admitir esa ayuda.) ¿Después de recibir de los atenienses este favor arrasáis su territorio, del que recibisteis beneficios?

Prítanis.- Obran injustamente, por Zeus, oh Lisístrata.

Laconio.- Obramos injustamente; pero su culo (señala a Conciliación) es indeciblemente hermoso.



















Lisístrata.- ¿Y crees que voy a absolveros a vosotros, a los atenienses? ¿No sabéis que a vosotros los lacedemonios en otra ocasión, cuando llevabais pellizas, fueron y os liberaron tomando a muchos tesalios y a muchos amigos y aliados de Hipias y siendo vuestros únicos aliados en aquel día; y que en vez de la pelliza volvieron a vuestro pueblo con mantos de lana?

Laconio.- (De Conciliación) No he visto a una mujer más buena.

Prítanis.- Ni yo nunca un coño más hermoso.

Lisístrata.- ¿Por qué entonces, cuando os habéis hecho tantos beneficios, lucháis y no dejáis rencor? ¿Por qué no os habéis reconciliado ya? ¿Qué os detiene?

Laconio.- Queremos, si alguien quiere devolvernos ese redondel. (La palabra designa, sin duda, el trasero de Conciliación. Pero también, se entiende, una plaza fuerte.)


Lisístrata.- ¿Cuál, amigo?

Laconio.- Pilos (en Mesenia, había sido ocupado por los atenienses.), que siempre pedimos y palpamos.

Prítanis.- Por Poseidón, eso no vais a conseguirlo.

Lisístrata.- Consentídselo, amigo.

Prítanis.- Y entonces, ¿a cuál zarandearemos? (Tiene un sentido sexual, y, al tiempo, el de apoderarse de una plaza)

Lisístrata.- Pedid otra plaza en vez de ésa.

Prítanis.- Entonces dadnos primero ese Equinunte y el golfo de Maliaco a continuación y las piernas de Mégara. (Doble sentido para designar partes del cuerpo de Conciliación.)

Laconio.- No, por los dioses, no todo eso, amigo.

Lisístrata.- Dejadles, no discutáis por unas piernas.



















Prítanis.- Ahora quiero, desnudo, trabajar el campo. (Tras la paz se vuelve a los trabajos agrícolas y al trato sexual)

Laconio.- Y yo, temprano, llevar el estiércol, por los dioses.

Lisístrata.- Cuando os reconciliéis, eso es lo que haréis. Pero si queréis hacerlo, deliberad y, yendo a vuestro país, consultad con vuestros aliados.

Prítanis.- ¿Con qué aliados? ¡La tenemos levantada! ¿No les va a parecer bien a los aliados lo mismo que a nosotros, joder, a todos?

Laconio.- A los míos sí, por los dioses.

Prítanis.- Y también, por Zeus, a los Caristios. (Llegados a Atenas como auxiliares del régimen oligárquico de los Cuatrocientos.)

Lisístrata.- Bien decís. Ahora manteneos puros (La Acrópolis era lugar sagrado, no podía tenerse en ella trato sexual), para que las mujeres os agasajemos en la Acrópolis con lo que teníamos en las cestas. Daos allí vuestros juramentos y vuestras promesas. Y luego cada uno cogerá a su mujer y se marchará.

Prítanis.- Pues, vámonos rápido.

Laconio.- Donde tú quieras.

Prítanis.- Sí, por Zeus, llévanos cuanto más rápido mejor.







(Entran en la Acrópolis a celebrar el banquete y jurar la paz)




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