Está ya oscuro,
marengas sombras en la calle.
Corro las cortinas y sólo estás ya tú en la penumbra,
tendido en la cama,
fumando,
mirándome.
Me tumbo a tu lado, y reclino la cabeza en tu pecho.
Tomas mi cabello suavemente,
crin de tu yegua en doma,
y te sigo,
Bajas mi cabeza hasta las sabanas
y dejas tu mano sobre mi rostro,
poseyéndolo.
marengas sombras en la calle.
Corro las cortinas y sólo estás ya tú en la penumbra,
tendido en la cama,
fumando,
mirándome.
Me tumbo a tu lado, y reclino la cabeza en tu pecho.
Tomas mi cabello suavemente,
crin de tu yegua en doma,
y te sigo,
Bajas mi cabeza hasta las sabanas
y dejas tu mano sobre mi rostro,
poseyéndolo.
Silencio
No necesito que me digas nada.
Sólo sentirte,
dejarme llevar,
entregarme como tantas veces.
Ya no existen grises indómitos,
sólo la paz
más allá de todas las fronteras conocidas.
Sólo sentirte,
dejarme llevar,
entregarme como tantas veces.
Ya no existen grises indómitos,
sólo la paz
más allá de todas las fronteras conocidas.
Versos de perra negra
Pura Salceda
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