Viernes, 15 de julio
Pág. 764-767
- Correcto.
- ¿En qué basa esa conclusión?
- En mi experiencia de cómo ella suele fantasear.
- Su experiencia de cómo ella suele fantasear… ¿Y cómo sabe usted cuándo fantasea ella? Cuando ella dice que ha pasado trescientos ochenta días, con sus respectivas noches, inmovilizada por unas correas, ¿es, según su opinión, una fantasía, a pesar de que su propio historial demuestre que su afirmación es cierta?
- Eso es otra cosa. No existe ni el menor atisbo de prueba forense que demuestre que Bjurman violara a Lisbeth Salander. Quiero decir que una aguja en los pezones y esa violencia tan grave de la que habla habría necesitado, sin duda, un traslado urgente en ambulancia al hospital… Es obvio que eso no pudo haber tenido lugar.
- Ahí lo tiene- dijo Iversen.
- ¿Podemos correr las cortinas?
- Ya lo he vivido- dijo Lisbeth secamente.
Lisbeth asintió. No hacía más que mirar fijamente a Peter Teleborian.
- El 7 de marzo de 2003.
- ¿Y quién la grabó?
- Yo. Usé una cámara oculta, uno de esos equipos estándar de Milton Security.
- ¡Un momento!- gritó el fiscal Ekström-. ¡Esto empieza a parecer un circo!
- ¿Qué es lo que vamos a ver?- quiso saber el juez Iversen, empleando un tono severo.
- Peter Teleborian afirma que lo relatado por LIsbeth Salander es una fantasía. Yo voy a demostrar, en cambio, con un documento gráfico, que es verdadero palabra por palabra. La película tiene noventa minutos; mostraré tan sólo ciertos pasajes. Advierto que contiene algunas escenas desagradables.
- ¿Es esto algún tipo de truco?- preguntó Ekström.
- Hay una buena manera de averiguarlo - respondió Annika Giannini y metió el DVD en el ordenador.
- Ni siquiera te enseñaron las horas en el colegio -dijo a modo de saludo el abogado Bjurman con desabrido tono.
- ¡Quite la película! – dijo Iversen con un tono de voz muy alto y firme.
Annika Giannini pulsó la tecla de stop. Se encendieron las luces. El juez Iversen se había sonrojado. El fiscal Ekström se había quedado petrificado. Peter Teleborian estaba lívido.
- Abogada Giannini, ¿qué duración ha dicho que tiene esa película? – preguntó el juez Iversen.
- Noventa minutos. La violación propiamente dicha tuvo lugar repetidamente a lo largo de unas cinco o seis horas; no obstante, mi clienta recuerda de forma muy vaga la violencia de las últimas horas.
Annika Giannini se volvió hacia Peter Teleborian.
- Aunque sí está la escena en la que Bjurman atraviesa el pezón de mi clienta con una aguja y que el doctor Teleboriam sostiene que es una muestra más de la exagerada fantasía de Lisbeth Salander. Tiene lugar en el minuto setenta y dos y estoy dispuesta a mostrar la escena ahora mismo.
- Gracias, pero no va a ser necesario – dijo Iversen -. Señorita Salander…
Se quedó callado un segundo sin saber cómo continuar.
- Señorita Salander, ¿por qué grabó usted esa película?
- Bjurman ya me había violado una vez, pero quería más. En aquella primera ocasión el muy asqueroso me obligó a hacerle una mamada. Creí que me obligaría a hacerle lo mismo una vez más, de modo que pensé que así podría conseguir unas pruebas lo suficientemente buenas como para poder chantajearle y mantenerlo alejado de mí. Lo juzgué mal.
- Pero teniendo una documentación tan… tan convincente, ¿por qué no puso una denuncia policial por grave violación?
- Yo no hablo con policías – contestó Lisbeth Salander con voz monótona.
La reina en el palacio de las corrientes de aire
Stieg Larsson
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