viernes, 11 de junio de 2010

Del Buen Amor







¿Acaso no entré por tu vagina de tutelares labios
a esta historia de templos y seculares movimientos
arriba abajo y los costados...? Es la fábula
de cierta promesa la que arrastra mi torpe caballo de madera
hasta tus rojas puertas, la troya; mi heroico rocín
jamelgo de ridículo penacho, cosquilleando el viejo sentido
del afuera hacia adentro,
sacudiendo ese antiguo miedo fálico a la sabiduría.













Y me dices que lo hago bien. Hubo
una mística panadería en Betsaida para seguidores hambrientos,
merendaron a rabiar, se saciaron a la intemperie
con harinas eficaces y comibles y otros ingredientes sanos;
y sea fue
tu horno carnoso dispuesta a la vulva del milagro
donde mi Cristo de arrebatados panes, a secas calentadas masculinas
cocinó para todas las épocas. Y me pides
que te apriete más. Todo eso
después del primer diluvio menstrual, del primer despojo crudo;
abierto fragor de una era ya perdida, florecida y secreta
en que tu cráter se permitía las erupciones más inseguras
y más violentas. Y me pides
que te bese superiores inferiores labios buceando corales. Que
sea bueno. De mucho o de poco ha servido
el maloqueo de mi lanza para herir, vencer el cerco estrecho,
el orificio oracular de tu alzado vientre; pese
al estaqueo y las piernas abiertas también el infiel obstinado
ablanda sus armas. Y me pides que siga, que sea tierno.
Has compartido
el lecho con todo el zodíaco, Oriente hemisferio Occidente
en tu pecho y magos y apóstoles o infelices animales de corazonada.
Clavo erecto, seguramente a todos concediste
esa tumba templada donde descansarían durante tres días;
todos en el hueco suspensivo en que la vida y la muerte
son una promesa gemela.
Y me pides a los gritos que apure mis entradas salidas sufra goce
llore ría contigo apure por favor y amor de Dios y acabe y termine
con tanta historia...










Me pides
más o menos dolor como si me fueras a parir.






A mi querido Arcipreste
Daniel Muxica








evaristo cultural - revista virtual de arte y literatura -

Fotografías: Gilles Berquet






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