martes, 21 de octubre de 2008

Leda y el Cisne I










Uno de los atributos más sorprendentes de Zeus es su capacidad para transformarse en cualquier forma que elija. En sus seducciones de mujeres humanas, a menudo las atrae con la forma de algún animal grande pero manso y finalmente cuando lo acarician, las domina y las viola.



Leda era una princesa de Etolia, hija de Testio y esposa de Tindáreo rey de Esparta. Cuando caminaba junto al río Eurotas, fue violada por Zeus, transformado en cisne y fingiendo ser perseguido por un águila. Esa misma noche también su esposo Tindáreo se unió a ella. De este modo se engendraron, de padres distintos, dos hijos, Cástor y Pólux, llamados los Dioscuros , y dos hijas, Clitemnestra (futura esposa del rey griego Agamenón, héroe de la guerra de Troya) y Helena (la causante de la misma por el rapto de Paris). De los cuatro, eran Helena y Pólux inmortales, por ser hijos de Zeus, mientras que Cástor y Clitemnestra, por tener como padre a Tindáreo, eran mortales.






En versiones más antiguas, Leda encuentra un huevo en donde está el germen de Helena, hija de Zeus y Némesis. En ese relato, Némesis trata de escapar de Zeus mediante la metamorfosis, convirtiéndose en distintos animales para poder escapar del dios. Pero Zeus hace exactamente lo mismo y compensando cada cambio con el suyo propio, hasta que finalmente ella se convierte en una oca y él la viola en forma de cisne. Pone luego el huevo en un pantano en donde lo encuentra Leda. En otras versiones, Zeus transformado en cisne y pretendiendo estar en peligro, se refugia en el seno de Némesis y luego la viola. Hermes pone el huevo en los muslos de Leda para que sea ella quien lo "alumbre". Al salir Helena del cascarón, Leda la amamantó, cuidó de ella y la educó. Se dice que Leda murió de la vergüenza que le causaron las hazañas de Helena.













Zeus y Leda en la historia del arte
















LEDA

Cuando el Dios requirió adoptar su cuerpo
casi lo intimidó sentir tan bello al cisne;
se dejó ir, extraviado del todo,
mas pronto su impostura lo hizo actuar,
antes de que pudiera ese desconocido
modo de ser ensayar. Ella, abierta,
reconoció a quien venía en el cisne
y supo de inmediato que él pedía
algo que ella, perdida en la lucha,
no supo defender. Él descendió
y, con su cuello, hizo a un lado la mano
debilitada. El Dios se extravió en ella,
sintiendo sólo entonces su plumaje
y fue de verdad cisne en su regazo.

Rainer Maria Rilke








«Es el cisne, de estirpe sagrada, cuyo beso, por campos de seda, ascendió hasta la cima rosada de las dulces colinas de Leda».


Rubén Darío



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