No quiero saber nada...
Ni de esa luz incierta
que retrocede vaga
ni de esa nube limpia
con perfiles de cuento.
Tampoco del magnolio
que quizá aún perfume
con su nieve insistente...
No saber, no soñar,
pero inventarlo todo.
Ni de esa luz incierta
que retrocede vaga
ni de esa nube limpia
con perfiles de cuento.
Tampoco del magnolio
que quizá aún perfume
con su nieve insistente...
No saber, no soñar,
pero inventarlo todo.
"Nací en Vitoria el 10 de julio de 1905; este es el único dato real y esencial de mi biografía. El resto es.... literatura, y no de la más amena. Mi infancia y adolescencia constituyen el cielo verdaderamente intelectual de mi vida. Durante esos años he escrito y leído en serio, cómicamente en serio. Mis muñecas y mis llegados tuvieron que sufrir las exuberantes y acaparadoras primicias de mi vocación literaria. Pero esto es historia antigua, mejor dicho, historieta. En la actualidad no puedo oir mi nombre, acompañado por el terrible calificativo de poetisa, sin sentir vivos deseos de desaparecer, cuando no de agredir al autor de la desdichada frase".
"¿Mi concepto de poesía? Carezco en absoluto de conceptos. La vida borró los pocos de que disponía, y hasta ahora no tuve tiempo ni ganas de fabricarme otros nuevos. Por otra parte, cuando todo el mundo define y se define causa un secreto placer mantenerse desdibujada entre los equívocos linderos de la vaguedad y la vagancia". Ernestina de Champourcín
"¿Mi concepto de poesía? Carezco en absoluto de conceptos. La vida borró los pocos de que disponía, y hasta ahora no tuve tiempo ni ganas de fabricarme otros nuevos. Por otra parte, cuando todo el mundo define y se define causa un secreto placer mantenerse desdibujada entre los equívocos linderos de la vaguedad y la vagancia". Ernestina de Champourcín
"Tú me quieres así: despojada de todo, sin lo mío y sin ti..."
"Ahondaré en ti mismo y abrasará tu sangre el fuego de la mía rebelde y soñadora"
Iré a tus manos, limpia, indemne, sin memoria,
renacida de ti y ajena a lo tuyo,
iré a tus manos casta,
desnuda de tus besos.
Sentirás al ceñirme que una rosa de nieve
insinúa en tus palmas su gélida caricia.
Seré para tu cuerpo el lino apaciguante
que sana y que perdona.
¡Deja que vaya en ti más allá de lo mío,
que abandone mi ser por la gloria del tuyo!
¡Aunque me huyas siempre,
iré a tus manos, muerta!
"Entrega"
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