La mujer hacia ofrenda de su cuerpo
con un movimiento de serpiente cercada por el fuego,
y mientras acariciaba sus senos prisioneros del corsé,
su boca de fresa decía con almizclado sabor:
- “Tengo el labio húmedo, y conozco el arte
que hace perder la conciencia sobre el lecho.
Aplaco todos los llantos entre mis pechos poderosos,
y a los viejos hago reír con risa de niños.
¡Para quien me ve sin velos y desnuda, yo soy placebo
de la luna y el sol, del cielo y las estrellas!
Así es, pedante amigo, soy tan diestra en voluptuosidades
cuando un hombre cae entre mis brazos insumisos,
o cuando a los mordiscos abandono el fruto de mis pechos,
soy tan tímida y libertina, tan frágil y ardiente,
que sobre estos colchones que tiemblan de emoción,
¡hasta los arcángeles impotentes se condenarían por mi!”
Cuando me succionó hasta la médula de los huesos,
y lánguidamente me volví hacia ella
para ofrendarle un beso de amor, ¡sólo vi
una corambre con dos senos viscosos y llena de pus!
Ante tanto horror cerré los ojos,
y cuando los abrí de nuevo a la luz cruda,
a mi lado, en lugar del portentoso maniquí
que parecía saciado de sangre,
temblaba inarticulado el despojo de un esqueleto,
que dejaba oir sus lamentos como hacen la veleta
o el rótulo colgado de un astil,
balanceado por el viento en las noches de invierno.
La metamorfosis del vampiro
Charles Baudelaire
Título: Poemas prohibidos
Dibujos: Gustav Klimt
Traducción: Jorge Segovia
Editorial Maldoror, 2007
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